lunes, 22 de abril de 2013

Hundido!



Hiro Tanaka puso la proa de su avión en dirección al barco de guerra americano. Tras el descenso en picado se estrellaría contra el buque y... adios, mundo cruel!, un mártir más al servicio del Divino Emperador.
Rugió el motor del avioncillo y fue ampliándose ante sus ojos la imagen gris del navío acorazado yankee. Unos segundos más y el mundo dejaría de existir para el glorioso kamikaze Tanaka.
Y la imagen de su novia Kiko apareció de pronto ante él, como si esta le reclamase para sí. "Oh, mi querido Hiro, somos jóvenes, muy jóvenes!... Bien puede el Emperador prescindir de uno de sus mártires"
Corrigió el rumbo del aparato y este pasó sobre el barco casi rozándole, alejándose al momento de la amenaza americana.
"Y ahora qué hago?... Mi vida corre peligro tanto en manos de mis enemigos como de mis paisanos. No tengo a donde ir"
No, no tenía a donde ir porque el depósito de gasolina acababa de agotarse. Y el Oceáno Pacífico no tuvo ningún inconveniente en tragárselo.

4 comentarios:

  1. No barruntó que le habían cargado combustible sólo para llegar hasta el barco.

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  2. Las estadísticas muestran que muchos suicidios pretenden ser abortados cuando ya es demasiado tarde.
    Por desgracia conozco un caso real, el marido de la que fue peluquera de mi madre se ahorcó en su casa por problemas económicos. Lo más horrible fue que, según la policía, se arrepintió en el último momento y la lucha con la soga fue feroz. Ganó la soga.

    Sabemos que los "martires" musulmanes que se inmolan en actos terroristas son en su mayoría drogados para que vayan a lo que se les ha ordenado, pero ignoramos si también los kamikaze lo fueron. Tal vez sí, puesto que es una práctica ancestral, la de los assassins, presente en todas las culturas de inmolación.

    Buen relato, Hiro Tanaka despertó antes de tiempo por el amor de su novia, pero... tarde, siempre tarde.

    ¡Buen día!

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  3. Cierto, demasiado tarde, la máquina del Imperio estaba perfectamente engrasada, no permitia fallos, osea, deserciones.
    Se comprende que se arrepientan, considero que se trata de los que han llegado "demasiado lejos", pues hay muchísimos que ni llegan a ponerse la soga ni a asomar el cuerpo fuera del balcón. Los seres humanos, por muy desesperados que estemos, apreciamos la vida.

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