viernes, 26 de abril de 2013

El último cigarrillo

  

Se juró a sí mismo no volver a fumar en su vida. El tabaco había sido la causa de su perdición, de muchas de sus perdiciones. Por culpa del maldito vicio se fue al traste su matrimonio. A su esposa, Florita, la había dado por no fumar, por practicar deporte - corría todos los días varios kilómetros - y por la comida vegetariana. Tuvieron muchas discusiones debido al olor fuerte a tabaco de él en sus ropas y en algunos rincones de la casa. Finalmente Florita se enrolló con su profesor de yoga, un no fumador, por supuesto.
Por culpa del "jodido tabaco", que así se había acostumbrado a llamarlo, tenía una tos horrible por las mañanas, le miraban mal en muchos sitios, pasaba frío en Invierno al salir a fumar fuera de la oficina... En fin, un montón de inconvenientes, sin contar con que sus pulmones debían estar más negros que una sotana.
Y le dio por pensar mucho, pensó en lo bien que estaría en un espectáculo o en un transporte público sin preocuparse del "mono" ( el avión a Manchester le suponía el "duro sacrificio" de pasarse dos horas y media sin fumar ) pensó en lo feliz que podría sentirse durante una larga comida en un buen restaurante sin compartirla con el "jodido tabaco" Pensó, pensó... y pasó a la acción.
Se lo anunció solemnemente a sus compañeros de oficina, que esto de dejar el tabaco suele hacerse solemnemente:
"Veis esta cajetilla de Ducados?..., pues me la acabo de comprar y va a ser el último tabaco que  fume en mi vida. Me voy a fumar diecinueve de los veinte cigarrillos, el último lo dejaré en el bolsillo interior de mi chaqueta, junto a un mechero. Será mi tentación de todos los días mientras me dure el "mono"
Como suele ocurrir en estos casos, hubo frases de ánimo por parte de los no fumadores y cachondeítos por parte de los nicotinosos empedernidos.
Y pasó sólo un día hasta que Rubén Rocagorda ( ya es hora de que diga el nombre ) agotó los 19 "últimos cigarrillos de su vida" Y, tal y como lo anunció, guardó en el bolsillo interior de su americana la cajetilla, que era de las duras, con el pitillo huérfano y el encendedor chino de un euro.
Y pasaron los minutos, las horas, los días... Al principio se le hizo muy cuesta arriba, pero a medida que se acercaba a las dos semanas sin fumar, su voluntad se sentía más fortalecida y aumentaba su confianza en en el triunfo.
"Ya está, lo logre!, no tengo ninguna gana de fumar" Dejó la cajetilla con su cigarrillo y el encendedor en un banco de la calle y se alejó más contento que unas pascuas, respirando aire puro y felicidad. (Bueno, lo del aire puro no se crean del todo, amigos lectores, que la historia se desarrolla en una gran ciudad )
Apareció Rodrigo "El Rata", mendigo muy fumador que alternaba las colillas encontradas en el suelo con las de los ceniceros de arena de las puertas de El Corte Inglés. ( Estas últimas eran con frecuencia más largas, a veces cigarrillos recién empezados )
Se alegraron los ojillos del Rata ante el feliz descubrimiento. "Joder, un truja entero y un chisquero para darle lumbre!"
Y más feliz que Carpanta zampándose un pollo, se sentó en el banco a aspirar el delicioso humillo del ducados. "Fumar es un placer genial, sensual... Qué razón tenías, Sara!"

4 comentarios:

  1. Para que luego digan que el tabaco es malo

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  2. Para El Rata era muy bueno, sin duda, un lujo en su calamitosa vida. Para un mendigo es más fácil fumar en condiciones que comer en condiciones.
    Have a nice weekend, Sir Journalist!

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  3. No me hable, mi ex suegro estuvo dando el coñazo con su cajetilla de Ducados cuando decidió dejar de fumar. Simplemente escribió en ella la fecha y la sacaba constantemente para enseñarla, amargándonos a los fumadores en las reuniones familiares.
    Yo dejé de fumar durante mis embarazos y la lactáncia, no me supuso ningún problema, la salud de mis hijos era lo primero, pero una vez destetados, me encerraba en la cocina a fumar porque me gusta y punto.

    Los ex fumadores suelen ser insoportables, se lo aseguro, más pesados que el plomo, creyéndose superhombres -o supermujeres-. Nunca se me olvidará cuando estuve a punto de perder a mi hijo. Tuve una hemorragia, mi marido me llevó al hospital y consiguieron estabilizarme. Debía guardar reposo, fuimos a casa, me meti en la cama y... ¡Por Thor! El imbécil había avisado a su familia y me los encontré a todos en la sala de estar, parloteando, ríendo ¡y fumando! No hay pasillo, la habitación da directamente al comedor. Los veía desde la puerta abierta. El tabaco me empezó a marear. Llamé al idiota y le dije que cerrase la puerta.
    Años después, esos empezaron a dejar de fumar por problemas de salud y me reprochaban hacerlo. Se vayan a la puta mierda. Sólo piensan en ellos, nunca en los demás.
    Por cierto, a mi familia no la avisó...

    Tomo el ascensor para arriba...

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  4. Hola!
    Terrible anécdota!... Desde luego, el ex fumador no debe ser paliza, todo lo que vaya a decirle al ex fumador, este ya lo sabe porque hay suficiente información al respecto, pero el fumador deber ser respetuoso o al menos "tener vista", cosa que no tuvieron los familiares de su marido. Yo no voy dando la coña, pero a veces me veo obligado a decir algo cuando el fumador me está echando el humo directamente a la cara. Otra cosa que no soporto, y esto me jode mucho más porque no sé como lo podría decir sin que me tildasen de loco, es el olor asqueroso de la ropa de los fumadores crónicos que casi siempre llevan las mismas prendas. A una compañera mia del sitio en donde trabajaba en Murcia le apestaba la ropa a tabaco, y es un olor más asqueroso que el del humo recién salido del cigarrillo. Y otro olor nauseabundo es el que queda estancado en ciertos habitáculos en donde ha estado gente fumando.
    Feliz día!

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