lunes, 8 de abril de 2013

Haciéndolo sin trono.



Don Manuel peregrinaba a Compostela con su mochila y bordón, ilusionadísimo como el joven más ilusionado del mundo, pero también echándole más valor que cualquier joven, pues Don Manuel contaba ya con 63 abriles sobre su cargada espalda.
Y he aquí que, de pronto, siente unas ganas imperiosas de evacuar los residuos de su estómago. Uf, menudo aprieto y menudo apretón!
Técnicamente está preparado para esta incontingencia porque ha hecho caso de las buenas recomendaciones y lleva un rollo de papel higiénico en la mochila, pero sicológicamente está descolocado, ya que en su larga vida sólo lo ha hecho en el trono de Roca de su casa o en los similares de oficinas, cafeterías y restaurantes. Le da un apuro muy grande que alguien le pueda sorprender en tan indigna postura, - En esta zona del Camino, una ancha llanura, sólo hay árboles pequeñitos y apenas vegetación alta - pero mayor es el apuro fisiológico.
Mira hacia hacia el Camino y no ve peregrinos en lontananza. Saca el papel higiénico, se baja rapidamente el pantalón y adopta la postura pertinente para la faena.
Oh, qué satisfacción!... Por primera vez en su vida considera lo importante que es el trono de Roca para este sufrido menester. Y pensar que nuestros antepasados no contaron con tan noble y confortable asentadero!
La postura es muy incómoda para su edad y unas hierbas le están molestando en la nalga izquierda. Menos mal que no son ortigas!... Oye un runrún a sus espaldas, como un ruído sordo lejano. Intenta volverse para mirar pero teme hacer un mal movimiento y caerse sobre la blanduzca y amarillenta deposición. Y aún debe esperar porque la función del intestino grueso se hace inacabable.
En pocos segundos el runrún es más audible. Es un motor!... el motor de un vehículo que se aproxima!... Intenta limpiarse urgentemente, pero la urgencia fisiológica es mayor que la urgencia moral. La evacuación continúa.
Una enorme máquina agrícola se detiene a pocos metros de su posición. "Qué vergüenza, Dios mio!" En un principio agacha la cabeza, como en un intento de hacerse invisible, pero la curiosidad termina venciéndole. Alza la vista y se encuentra con el tractorista que le está mirando como quien mira a un extraterrestre. Duda entre saludarle o mandarle a la mierda.
El hombre termina de beberse su botellín de agua mineral, mete la primera y se aleja con su máquina cosechadora.
A Don Manuel le apetece ahora fumar un cigarro. Recuerda que en su casa fuma mientras está sentado en el trono. También rellena crucigramas o lee revistas. Jo, como en casa en ninguna parte!

( Basado en un hecho real )

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