Una cena romántica

En un primer momento pensó en rechazar la invitación de Carlos porque aún estaba muy reciente la ruptura de este con su novia, pero el muchacho ejercía en ella un influjo especial, le gustaba algo, le daba morbillo por su cara de crío, su cuerpo de atleta y sus detalles de excéntrico.

La puesta en escena que se encontró al llegar al domicilio de Carlos la aturdió un poco: el salón comedor a media luz, tan sólo iluminado por velas, y un jarrón con flores en el centro de la mesa. Ella no le había dado esperanzas para que llegase a tanto. Decidió seguir el juego pero manteniendo la distancia, y qué mejor que hablar de su novia... o ex novia.
- No hace mucho que te he visto con Virginia. Cuando habéis roto?
- Hace tres o cuatro días.
- Es definitivo?
- Sí.
Un "sí" seco, sin más palabras que subrayasen la respuesta. A Soraya le extrañó esta sequedad porque Carlos acostumbraba a ser más hablador, incluso a veces repetía las cosas.
El anfitrión sirvió el segundo plato.
- Ummm... Esto está delicioso, Carlos!... Qué es?
Carlos no respondió. Le notó abstraído, como pensando en otras historias. De repente el muchacho se había evadido a otro lugar en la geografía de su mente.
- Carlos!
- Eh?... Qué?...
- De qué es esta carne?
Advirtió un brillo especial en la mirada del galán. La estaba observando fijamente. Soraya se inquietó y le devolvió una sonrisa forzada. Carlos tomó el cuchillo de la carne en un gesto rápido, desocupó su silla y de dos zancadas, rodeando la mesa, llegó hasta ella.
La chica se había quedado paralizada por el terror. No pudo hacer nada. Pasó a ser la carne de las próximas comidas y cenas de Carlos.