jueves, 14 de febrero de 2013

La matanza del Día de San Valentín.

   

Se amaban intensamente. Fernanda y Obdulio habían nacido el uno para el otro. La suya era la más bella historia de amor que estaba sucediendo en Madrid. Hasta que de pronto se torcieron las cosas por imperativo de la familia de Fernanda. Sus padres se enteraron de que andaba en amoríos con un mindungui y pusieron el grito en el cielo. Los Galloso de la Sierra del Guadarrama, familia de banqueros, empresarios y senadores peperos, no estaba dispuesta a emparentar con el hijo de un sindicalista de Comisiones Obreras que además era apóstata, indignado, republicanista, canta-autor, proabortista y bajito, y en sus ratos libros tocaba La Internacional con la flauta travesera. ( Y tuvo el descaro en cierta ocasión de salir por la tele contando chistes del Papa y de obispos mariquitas ) Qué horror!... Qué desvergüenza!... Cómo iban a permitir que su dulce Fernanda entrase en contacto con aquella familia de parias insolentes, gentuza de infame categoría, muertos de hambre, basura!...
Y sometieron a la niña de sus ojos a un férreo control para que no se viese con el gañán. Ellos la tenían preparada una "buena boda" con uno de los más ilustres hijos de la nobleza española, heredero de una gran fortuna que comprendía fincas ganaderas, fábricas téxtiles, acciones en la industria del armamento y una flota de petroleros de doble casco con pistas de tenis: Pablito Sansumadre y Carvajosa de los Inodoros, Duque de San Cosme del Prat y Marqués de los Mejillones Segovianos. Un "buen partido", sí, señor, como debe ser!
Fernanda lloró mucho durante su secuestro familiar, pero se le pasó. A todo se acostumbra uno en esta vida.


Un año después (por la mañana)

Obdulio acudió a la Ribera de Curtidores ( El Rastro ) a comprarse un kalashnikov de segunda mano. El PP ya había sacado una ley por la que se permitía el libre comercio de armas de fuego, y estas podían adquirirse hasta en las tiendas de frutos secos, pero sólo estaba permitida la venta a los mayores de 18 años.
Se subió a su ciclomotor ( también de segunda mano porque seguía siendo muy pobre ) y dirigiose ráudo a la Catedral de la Almudena. Oh, qué día más apropiado para llevar a cabo su venganza!... San Valentín nada menos!
Y qué ocurría en La Almudena?... Pues que se celebraban los esponsales entre Pablito Sansumadre y Carvajosa de los Inodoros y su flamante novia Fernanda Luisa Pérez del Campillo .
Muy pronto empezó a sonar el tiroteo; desplomábanse los cuerpos entre chorretones de sangre y oíanse hasta en la Calle Bailén los gritos de pánico de los que aún vivían. El primero en caer fue Monseñor Rouco Varela, oficiante de la ceremonia. Obdulio alternaba el kalashnikov con una pistola luger que le vendió el hijo de un nazi, también en el Rastro.
Para cuando se lo llevaron los geos, ya había allí más muertos que en un pueblo costero después de un tsunami.
Toda España recuerda desde entonces la matanza del Día de San Valentín, y de Obdulio se dice que estaba más loco que el nazi de Noruega, pero jamás se le podrá acusar de machista porque no disparó contra su amor. A ella la respetó, no hizo suyo eso de "la maté porque era mia". Digamos que "los mató a ellos porque era suya"
Oh, qué hermoso es el amor y cuantas locuras se cometen en su nombre!

( Mañana otro final para este relato, no se lo pierdan!)

4 comentarios:

  1. Je je je... Yo también he escrito sobre San Valentín, pero me lo he tomado con más humor, que usted es muy sanguinario.

    El final ha de ser interesante porque no creo que el PP amistie a este Obdulio.
    Mañana me toca "excursión", pero espero leerlo antes de salir.

    ¡Hasta el viernes con humor!

    ResponderEliminar
  2. En algo se tenia que notar que era una asesino progre

    ResponderEliminar
  3. Iré a leer lo suyo sobre San Valentín a ver que se cuenta. Es un santo que atrae a los blogueros, je, je!
    Hasta el sábado con humor!

    ResponderEliminar
  4. Es un asesino muy expeditivo, Don Jesús, no se anda con remilgos, je, je!

    ResponderEliminar