miércoles, 27 de febrero de 2013

La lagrimita



Estoy seguro de que no ocurrió así, pero queda muy bien para una ficción humorística.

Hoy es 20 de Noviembre de 1.975 y nos encontramos en un estudio de Televisión Española en Prado del Rey, y con nosotros un ilustrísimo visitante: El Presidente del Gobierno Español, Excelentísimo Señor Don Carlos Arias Navarro.


- Españoles..., Franco... ha muerto!
- Corten!
El realizador se acerca con el debido respeto al señor Arias Navarro.
- Muy bien, señor, la entonación perfecta y muy bueno lo de la voz quebrada al final de la frase, todo un soberbio golpe de efecto!... Pero nos ha faltado la lagrimita.
- Ya, ya... yo entro en la situación, pero... mecachis!, lograr la perfección absoluta es muy difícil. Sólo era perfecto El.
Y dirigió su lánguida mirada al cielo.
- Me atrevo a sugerirle una solución, señor. Podría ponerle nuestra maquilladora una lagrimita falsa, así nos ahorramos muchas tomas, y a fin de cuentas los españoles van a entender que usted está profundamente apenado por la muerte del Generalísimo.
- De eso no le quepa la menor duda. Bien, pues acepto su consejo.
- Matilde!... Ponle una lagrimita al Señor Presidente!... Usted lo vuelve a hacer como antes, Don Carlos, y, en cuanto empecemos a grabar, la lagrimita rodará por su mejilla.
- Que sea la voluntad del Señor.
- Atención, señores, luces, sonido!... Grabamos!
- Españoles..., Franco... ha muerto.
- Corten!... Perfecto, Don Carlos, perfecto.
- No, no, perfecto sólo era El.




4 comentarios:

  1. Perfecto...como los politicos actuales se empeñan en hacer realidad

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  2. ¿Pero hubo lagrimita o no?
    No me enteré. Iba yo a la disco 'Dragón Rojo' y todo lo más, un chico por el que bebía los vientos me preguntó si había ido a Madrid, a hacer cola para despedirle. Lo miré como a un marciano, respondiendo que no y a su vez él me miró de la misma manera, sorprendido al parecer de mi nulo patriotismo. "¿Tú fuiste?", inquiri, "¡Pues claro!", contestó rotundo y mirándome como con reproche.
    Me quedé algo inquieta, como si en cualquier momento, mientras estuviéramos cenando, tirasen la puerta de una patada y se nos llevasen presos a toda la familia.
    Y es que en el colegio ya tuve ocasión de constatar que algo no funcionaba bien. Compañeras "muy enteradas" me advirtieron que no hablase mal de Franco, que había espías nada menos. Me lo tomé a recochineo porque por entonces era una niña, en casa no se hablaba de política ni de casualidad y yo no sabía nada en absoluto. ¿Por qué narices iba a hablar mal de un viejo que no se aguantaba, que parecía un muñeco de cera, con la mano tendida para que se la estrecharan, sin mover el brazo en absoluto, como si fuera postizo?

    En fin, no lo supe hasta años después, volando por mi cuenta.

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  3. Yo creo que sí hubo lagrimita, o va ser que me he montado yo esa película y he acabado creyéndomelo; de todas formas la voz sí se le quebró y los ancianos son de lágrima fácil. Pero, con lagrimita o sin lagrimita, la idea era sugerente para un mini relato.
    En aquel tiempo ya apenas tiraban las puertas a patadas, pero empezaron las pistolas y cayeron estudiantes y abogados laboralistas. ( Por parte de los fachas y por la otra parte, pues fueron "tiempos gloriosos" del GRAPO y la ETA )
    Voy ráudo a ver que se cuenta por ahí abajo!

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