sábado, 19 de enero de 2013

Se acabó la función




La tragicomedia de la vida se ha acabado para ti, Fernando Guillén, cómico de una gran dinastía. Te has ido a ninguna parte o a acompañar en los camerinos celestiales a otros que hicieron mutis antes que tú: Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre...

Sólo coincidí una vez contigo, pero no compartimos escena. Fue en Los Jinetes del Alba, de Vicente Aranda. Yo tenía un pequeño diálogo con Angeles Martín, seguidos por una cámara en travelling. Rodábamos, pues se hizo en cine, en el imponente palacio de Vidago, norte de Portugal, un palacio a imitación del parisino Versalles.

Te vi en el restaurante, estabas en una mesa muy próxima a la mia, y me llamó la atención que mirases continuamente hacia la puerta, no sé si esperabas a alguien o simplemente te gustaba observar a los que entraban y salían.

Descanse usted, Don Fernando. Ahora te trato de usted para magnificar la despedida, aunque entre cómicos es costumbre tutearse. Descanse usted, ya ha bajado el telón.





     





4 comentarios:

  1. Otra gran actor que se nos va. España cada vez mas pobre

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  2. Los actores son sustituibles. Los que no deberían irse son los grandes investigadores, los hombres que dedican su vida a descubrir vacunas para mejorar nuestras vidas.

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  3. Efectivamente, un gran actor.
    "El viudo Rius" ha callado para siempre. Un fuerte aplauso.

    La verdad es que hoy día no se ven actores de su talla y la de otros que le han precedido. No sé, de niña los veía por TV, a los que ha nombrado y a otros contemporáneos tan importantes como ellos, como Adolfo Marsillach, Agustín González, Juanjo Menéndez..., pero ahora me cuesta recordar alguno actual, más allá de intervenciones propagandísticas.

    Hasta el lunes, ¡buen fin de semana!

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  4. Nuestro "ídolos" son los que eran figuras cuando éramos niños, adolescentes o estábamos en la primera juventud. Podemos reconocer el talento de un Javier Bardem o de una Penélope Cruz, por citar los dos nombres que antes me han venido a la cabeza, pero la admiración y la fascinación la tenemos fijada en las figuras que nos atraían cuando empezábamos a conocer la vida.
    Con los tres cita usted no llegué a trabajar, pero Adolfo Marsillach detuvo su coche al lado mio en una calle de Alcalá de Henares, cuando yo vivía allí, y me preguntó por el teatro; intenté explicarle lo mejor que pude por dónde se iba, el hombre estaba contrariadísimo porque llevaba ya un rato largo dando vueltas, eso me dijo.
    Feliz semana! ( Hoy Manchester ha amanecido nevadísimo, y sigue nevando )

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