martes, 7 de mayo de 2013

Nubarrones en el cerebro



El agente López se dispuso a tomar declaración al siguiente denunciante.
- Verá usted, yo quiero denunciar a mi esposa y a un amigo mio.
- Qué ocurre con ellos?
- Mi esposa me ha dejado por mi amigo, se han fugado!
- Hum... Esto en sí no es denunciable, caballero, a no ser que le hayan robado a usted, o que le hayan causado destrozos en su casa, en su coche...
- Le parece poco lo que me han hecho?!... Ella me ha abandonado y él es un canalla!
- No se altere, caballero, yo sólo puedo decirle lo que hay: el adulterio ya no es un delito en este país. Su amigo y su esposa son mayores de edad y...
- Son unos sinvergüenzas!
- Caballero, por favor, cálmese.
Al inspector Churriguera, que acababa de llegar en ese momento, le llamó la atención tanto el absurdo comportamiento del individuo como su cara. Aquel hombre alterado era un rostro conocido de la televisión.
- Perdone, López, quisiera hacerle una pregunta al caballero.
- Adelante, inspector.
Y puso un semblante que venía a decir: "Gracias por hacerme el quite"
Churriguera si dirigió al estrambótico denunciante en un tono dulce, como si fuese a tratar con un niño.
- Cómo se llama su amigo?
- Ya no es mi amigo, por supuesto!
- Ya, ya, pero podría decirnos su nombre?... Nos es imprescindible para iniciar la investigación.
López dio un respingo. Qué puñetas tramaba el inspector?... El denunciante respondió:
- Carlitos.
- Sus apellidos?
- Eh... No lo sé, no debe tener apellidos, siempre ha sido Carlitos.
- Carlitos se mete siempre con usted, verdad?; Le ofende con cierta frecuencia, no es cierto?
- Sí, es un bribón, un impertinente, un soez!... Por más que trato de corregirle, no hay manera!
- Ya, e incluso se atrevió a amenazarle a usted en cierta ocasión con quitarle a su mujer, lo cual acaba de ocurrir desgraciadamente.
- Eh... Mi mujer... mi mujer...
El Gran Valerio abrió mucho los ojos. Miro a sus dos interlocutores como si en ese momento los viese por primera vez. Miró el entorno. "Una comisaría de policía, Dios mio!"
Churriguera puso su mano sobre la mano temblorosa del anciano ventrilocuo.
- Tranquilíce, Valerio, tranquilícese.
Una lágrima afloró en el rostro de aquel hombre que llevaba más de cuarenta años entreteniendo a los públicos con sus muñecos respondones. El momento aciago de la demencia senil había llegado para él.
- Mi mujer... mi mujer murió hace mucho tiempo, señor policía.
- Lo sé, Valerio, lo sé.

El Gran Valerio terminó sus días en una residencia para artistas ancianos. Carlitos ya no volvió a salir de la caja en donde su creador lo guardaba entre actuación y actuación.

4 comentarios:

  1. Interesante relato. Podría ser tan real como triste es, porque la demencia senil está más presente en la sociedad de lo que nos gustaría.

    Buen día.

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  2. Las hisotorias de ventrilucuos siempre dan miedo, debe ser por culpa de Jose Antonio Moreno

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  3. Usted lo ha dicho, Doña Leona, me he limitado a poner un poco de literatura a la realidad. Demencia Senil al Alzheimer hacen estragos entre la población.
    Bona tarda!

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  4. A ver, señor director, me parece que se refiere usted a Don "José Luis" Moreno, je, je! Por cierto, un buen tipo en las distancias cortas, tuve el honor de tratarlo.
    Feliz tarde noche!

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