jueves, 2 de mayo de 2013

El pájaro diabólico



Acisclo observó aquello con un pasmo infinito. Una mezcla de miedo y curiosidad se apoderó de él. No podía dejar de mirarlo y sin embargo el sentido común le decía que lo mejor era esconderse en el bosque. Pero el monstruo volador no mostró intención de ir a por él y continuó su vuelo hacia las montañas. Era como un pájaro inmenso que no movía las alas, más grande que una aguila e incluso que una carreta, y emitía un gruñido extraño, un tipo de gruñido terrible como jamás Acisclo había escuchado en su vida.
Decidió no contar el suceso porque la gente no le creería. No hacía muchos años que habían quemado a la curandera Basilisa Reguera acusada de prácticas de brujería. ( En el último momento el obispo Callejo la concedió la gracia de que fuese degollada antes de quemarla, evitándola horribles sufrimientos )





Pero el temor a una nueva aparición del monstruo volador, pues a veces pasaba semanas seguidas en el campo con las cabras y su perro, hizo que se confiase al Señor Párroco Don Eutimio, y con tal fin acudió a la iglesia.
La respuesta que le dio el santo varón no se la esperaba: "Hijo mio, aunque no lo creas, eso que tú has visto es obra de seres humanos perversos que no tienen ninguna moral ni respeto a las leyes de Dios Creador. Ese engaño diabólico se llama "aeroplano" y en su barriga viaja un hombre que lo maneja como si manejase un carruaje. Es un invento mefistofélico, hijo mio!"
Acisclo ya no vivió tranquilo los siguientes días. La sola idea de que el pájaro diabólico se le apareciese en el campo y le atacase a él o a sus cabras, le tenía horrorizado.
Y sucedió lo que tanto se temía. Una tarde estaba dormitando cuando le despertó el gruñido de la bestia alada. Pero esta vez la criatura infernal no pasó de largo. La vio descender mientras el gruñido se hacía más horrísomo por la proximidad, y se posó en el prado a muy poca distancia de donde él se encontraba. Las cabras huyeron espantadas y Acisclo no tuvo valor para seguirlas porque podía ser visto por el hombre que viajaba en la barriga del pájaro o por el mismo pájaro. Ordenó a su perro Chufo que estuviese callado y se mantuvo agazapado tras un seto, sin dejar de mirar al monstruo ni un segundo. Y pronto pudo comprobar que el Padre Eutimio tenía razón. De la barriga del bichejo satánico surgió una figura humana enfundada en un extraño ropaje, un gorro y unas gafas que le cubrían todo el cuerpo. Enseguida se cercioró de que este era en verdad humano, pues se quitó el pesado ropaje y se acuclilló para cagar como cualquier otro ser humano de este mundo.
"Este es mi momento!" - Se dijo Acisclo autoinfundiéndose valor - "si la vida del monstruo volador depende de este hombre, yo me voy a encargar de que la pesadilla termine"
Se arrastró hasta donde sabía que encontraría piedras y, tras llegar allí, eligió la más adecuada para ser lanzada con su honda. Rapidamente buscó otra posición para el tiro, un punto desde el que podía divisar al perverso sin que este le viese a él. Volteó la honda con energía y... zas!, el hijo del Maligno cayó herido sobre su mierda. Acudió presto a por una estaca y lo remató de tres o cuatro contundentes estacazos. Chufo no dejaba de ladrar celebrando la victoria. Allí, a muy pocos metros de ellos, permanecía en reposo el pájaro diabólico, que ahora daba la impresión de ser absolutamente inofensivo, pues ya no gruñía. Se sorprendió a sí mismo de haberle perdido el miedo a aquel coloso de los infiernos. Tampoco a Chufo parecia incomodarle la presencia de la bestia. Pero, por si las moscas, se alejó presto del lugar.

La expresión en el rostro de Don Eutimio fue de asombro absoluto cuando Acisclo terminó su relato. "Dios Santo, has matado a un hombre!, has matado a un hombre!"

Las leyes de los hombres son tan satánicas y perversas como los pájaros diabólicos que estos engendran, y por eso el pobre Acisclo fue condenado a morir en la horca. El día de la ejecución aterrizaron en el prado tres pájaros diabólicos cuyos tres aviadores acudieron a presenciar la muerte del bastardo hijo de puta que había matado a su compañero.


2 comentarios:

  1. No hay justicia, un heroe era el tal Acisclo....como San Jorge

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  2. Sin duda, se portó heróicamente, desafió al dragón de los nuevos tiempos.

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