jueves, 16 de mayo de 2013

Este blog se ha acabado

FIN

Con mi identidad de "Mencigüelo Mejillón" participaré solamente en "Anécdotas de un mejillón y una leona", sección de "La Comunidad de Blogs"

Aprovecho para recomendarles un nuevo blog: "Zurbahistorietas", también en Blogspot.

Un fuerte abrazo, amigos, blogueros!

THE END

miércoles, 15 de mayo de 2013

El hombre que trató de vencer a la muerte a escobazos.

  
( Increible, la única foto que he encontrado para ilustrar este relato es de una mujer, por eso la he puesto pequeñita, je, je! Imagínense ustedes que es un hombre)

El barrendero no reparó en que sus compañeros ya se habían recogido al amparo de las tablas. El torilero no cayó en la cuenta de que aún quedaba un barrendero en el ruedo. El barrendero no aligeró al oír los clarines y timbales, quizá confiado por la corta distancia que le separaba del inmediato burladero.
El toro salió como un meteorito, no era de ese tipo de toros recelosos que asoman lentamente al redondel, y tampoco de los que se ciegan con el sol y permanecen estáticos durante varios segundos.
Rapidamente giro a su izquierda y al hacerlo descubrió aquel bulto que se movía: un hombre con una escoba. Y a por él se fue siguiendo su obligación de toro bravo.
El hombre armado con una escoba vio al toro cuando ya lo tenía casi encima, y su reacción instintiva fue ahuyentarle con la escoba igual que si espantase a una vaca mansa o a un perro beligerante.
El toro agachó la cabeza como si entrase al capote del torero y la levantó para lanzar por los aires al hombre y a su escoba. El público lanzó una exclamación de horror.
Afortunadamente, la bestia cuadrúpeda no insistió en cornear a la bestia bípeda, continuando su carrera por el ruedo en busca de esa libertad que se le había negado, lo cual sirvió para facilitarle el trabajo a los peones de brega, que acudieron en tropel al auxilio del infeliz acojonado.

Este es un hecho real que sucedió en mi pueblo y lo he contado tal y como lo vi, sin ningún añadido de ficción.

martes, 14 de mayo de 2013

Enviados de Satán



La mesnada de Don Ramírez de Piñones huyó despavorida cuando aquel engendro infernal irrumpió en el campo de batalla. Igualmente aterrorizados pusieron pies en polvorosa los hombres de Amey Hamey.
La moto rodó unos trescientos metros, dando tumbos sobre el terreno irregular, hasta detenerse junto a una acacia.
El profesor Higinio Briales y su ayudante Valeriano Nuñez se quitaron los cascos y observaron el entorno. Aún flotaban las nubes de polvo que habían levantado el galope de las caballerías, entre las que se distinguían figuras humanas y equinas retorciéndose de dolor y varias decenas de cadáveres.
El eminente científico Briales tenía el semblante marcado por el espanto, pero su fiel ayudante Nuñez lanzaba gritos de alegría.
- Lo hemos logrado, profesor, lo hemos logrado!... Los viajes en el tiempo ya son una realidad. A usted le van a dar el Premio Nobel y será considerado a partir de ahora el investigador más importante de la Historia. Enhorabuena, profesor!... Viva la Ciencia!
El eminente profesor rompió su mutismo para despotricar contra su irresponsable ayudante:
- Eres un imbécil, Nuñez, un imbécil!... Te dije que programases 1.930, no 1.530!... Ni Premio Nobel ni hostias en vinagre, pedazo de imbécil, estamos atrapados en el tiempo!
- Oh, profesor, perdón, perdón, ha sido un error!
- Un error, hijo de puta?!... Esto es una putada más grande que una catedral. Anda, ponte tu ahora a buscar una gasolinera en la España de la guerra contra los moriscos. Esta moto sólo puede regresar a 2.013 con el depósito lleno de combustible. Tú lo sabes muy bien, cabrón!

Efectivamente, el viaje en el tiempo no era algo inmediato como estamos acostumbrados a ver en las películas. La moto ultratemporal del profesor Briales había agotado la reserva de gasofa en su viaje por la oquedad negra ultradimensional caótica hasta llegar a 1.530, un año sin gasolineras. Oh, qué terrible situación!

Tuvieron que abandonar la preciada máquina y vagar por aquellas tierras mendigando trozos de pan y de fruta para calmar su hambre. Y muy pronto fueron apresados por la Santa Inquisición. Aquellas criaturas de miradas patéticas que trataban de hacerse entender en un lenguaje remotamente parecido al castellano y que cubrían sus cuerpos con una extraña piel, cual si fuese el corsé de una dama, no podían ser criaturas de Dios, sino hijos de Satán, enviados del Infierno, monstruos!
Y cuenta la leyenda que asistieron al auto de fe y a su posterior sacrificio en la hoguera el propio Cardenal Cisneros y la Su Católica Majestad Doña Isabel de Castilla y de las Indias Ultramarinas.

La policía sigue sin encontrar ninguna pista que les conduzca a los científicos desaparecidos. Las familias de Briales y Nuñez han puesto una denuncia contra Arsenio Muñatones, un individuo que se hace pasar por "historiador" y que afirma que Briales y Nuñez son las "dos criaturas que no parecen de este mundo" según una crónica de 1.530 y que fueron quemados por la Inquisición. Muñatones sostiene que Briales y Nuñez realizaron un "viaje en el tiempo"
Margarita Briales, hija del eminente científico desaparecido, ha declarado que ya lo están pasando bastante mal como para tener que aguantar también a gente estúpida diciendo majaderías.

lunes, 13 de mayo de 2013

Juguetito



El pequeño dios agitó las aguas con violencia hasta conseguir que se hundiese la patera y todos los negritos que viajaban en ella: hombres, mujeres y bebés.
Pero el dios menor también quiso ser magnánimo. Pensó que aquellos muñequitos doblegados a su voluntad se merecían otra oportunidad, así que rescató la patera y fue salvando de las aguas a los negritos, uno a uno, e introduciéndolos nuevamente en la embarcación.
Dos minutos después cambió de parecer. Los negritos no se merecían un viaje feliz y el diosecillo desnudo hundió la patera de un manotazo.

Manolo y Bego observaban el trajín que se traía en la bañera su retoño.
- Cariño, cómo se te ha ocurrido comprarle eso, es un horror! - dijo ella.
- Perdona, pero se empeñó, no quería otro juguete.
- Estos chinos son la caraba, hay que ver las cosas que venden!

sábado, 11 de mayo de 2013

2.075 a las 5 de la tarde.



Eran las 5 de la tarde, las 5 en punto de la tarde, cuando sonaron las alarmas en el coso, pero a nadie le dio tiempo a huír. Las berlinas voladoras de la policía cívica rodearon el edificio cubriendo todos los accesos. Los robots represores yell39 fueron inmovilizando uno a uno a todos los participantes en el bochornoso espectáculo clandestino, tanto a los torturadores ( los llamados "maestros" o "matadores" y sus ayudantes ) como a los cómplices pasivos que asistían a la "corrida", un total de 248 ciudadanos incívicos de la peor catadura social.
La "plaza de toros" se ocultaba en el sotano de un gigantesco edificio destinado a viviendas para familias de técnicos aeroespaciales jubilados.





La sociedad terrestre había protagonizado un gran avance en los últimos cincuenta años. Un nuevo orden político y económico basado en el reparto equitativo de la rqiueza global y la eliminación sistemáticas de las guerras y de cualquier tipo de abusos, habían obrado el milagro.
Dos millones de individuos habitaban ya en las colonias de Marte y en las estaciones orbitales de la Tierra y de la Luna.
La esperanza de vida era de 130 años, pero eso sí: con un control muy riguroso de la natalidad que servía para frenar el crecimiento demográfico excesivo. Sólo a las parejas muy cívicas se las permitía procrear (un máximo de un hijo ) y la reproducción clandestina estaba castigada con la eutanasia. Negarse a abortar era otro delito muy grave. A las confesiones religiosas se les había acabado hacía tiempo su rollo de "creced y multiplicaros" o "los hijos que Dios nos mande" Peor aún, las religiones estaban muy mal vistas en aquel orden social perfecto, aunque consentidas por un principio de tolerancia.
Algunas de estas medidas podrían resultar excesivas para cualquier individuo con la mentalidad de principios del siglo XXI, pero a cambio se respiraba la paz y no existía el hambre. Tampoco las enfermedades. El cáncer y el sida habín sido vencidos hacía muchos años, así como cualquier enfermedad vírica, y el alzheimer y el sídrome de Down estaban cada vez más controlados.
En este marco social idílico, el hombre, aquel primate que bajó de los árboles, preparaba sus primeros viajes intergalácticos con destino a la constelación de Orión.

Y a pesar de todo esto, aún existían elementos antisociales que no tenían escrúpulos en rescatar costumbres bárbaras como las peleas de gallos o perros, el martirio de toros con aceros afilados o la inhalación del humo de una droga artificial llamada "tabaco" ( que antiguamente era una planta ) En los últimos cinco años se habían realizado más de 10.000 eutanasias en todo el globo terráqueo y sus colonias extraterrestres. Hasta las sociedades más avanzadas tienen sus malas hierbas.

viernes, 10 de mayo de 2013

Quién ha contratado al asesino? ( y II )



( Final elaborado siguiendo algunas indicaciones del señor director de El Periódico del Prat y Doña Leona Catalana )

- Pues si quiere le despacho ya.
- Un momento, tengo derecho a una última voluntad, no?
- Bueno, yo no soy un juez, pero tampoco le voy a negar el capricho. Dígame de qué se trata y si está en mis manos...
- Quién le ha encargado a usted que me asesine?, sólo quiero saber eso.
- Bien, pues se lo diré si ello le satisface, aunque va a ser una satisfacción muy breve. Empezaré por decirle que el hombre que me ha encargado eliminarle sabe muy bien que, tras su nueva identidad de Lucio Rodabállez el pescadero, se oculta el facineroso Bonifacio Botín, el banquero más malvado que vieron los siglos, y eso que los siglos han visto muchos banqueros malvados.
- Dígame de una vez quién es el bellaco que me ha descubierto.
- El ilustre director de El Periódico del Prat, un hombre muy astuto y con numerosos contactos, quien no ha dudado en mover todos los hilos posibles hasta dar con el cirujano que le cambió el careto, el Doctor Sabino Sierra. Lo demás ha sido fácil: el cirujano ha cantado a los dos minutos de empezar la sesión de torturas.
Fue tarde ya cuando se percató el sicario de la maniobra del pérfido ex banquero. Se había desplazado sigilosamente unos centímetros a su derecha, inclinándose hacia el mostrador, y ya estaba oprimiendo un botón rojo que se hallaba fuera de la vista de su interlocutor odioso. Se abrió una trampilla y surgieron cuatro diabólicos canes, un pitbull y dos rotbaillers entrenados para matar a dentelladas y un diminuto foxterrier que sabía engancharse muy bien a los atributos sexuales humanos hasta arrancárselos de cuajo a la desprevenida víctima.  Y las cuatro bestias feroces destrozaron a mordiscos al humilde sicario, que se llamaba Manolo y era un buen padre de familia en sus ratos de ocio.

"Bien, bien, bien!... Ahora iré a por ti, periodista de los cojones. Sicarios a mi, ja, ja, ja!"

Pero no contaba con una nueva sorpresa. Aquella mujer había seguido los acontecimientos desde su coche, aparcado este muy cerca de la pescadería, escuchando la conversación del sicario y el ex banquero gracias a unos micrófonos ocultos que había instalado la noche anterior en la pescadería. Desde hacía años estaba pendiente de las investigaciones del señor director de El Periódico del Prat, aguardando el instante mágico en el que por fin tuviese localizado al banquero para asesinarle ella misma. Pero el día de víspera decidió no arriesgarse y jugar dos cartas al mismo tiempo. Le dejaría hacer al sicario y a su vez grabaría la conversación, si la hubiese, por si en ella se mencionaba al pagador del sicario, y de esta forma podría pasar la grabación a la policía para inculpar a su también enemigo: el gran periodista del Prat. Y cuando escuchó estas palabras: "ahora iré a por el periodista ese de los cojones", se dio cuenta de que el muerto no era el esperado. Fue entonces cuando decidió retomar la idea de ser ella la ejecutora.
Esperó a que cerrase la pescadería y el monstruo saliese a la calle. Era noche sin luna y los perritos asesinos habían quedado dentro.
Se plantó frente a él apuntándole con su pistola Astra.
- Así que eres pescadero, eh, hijo de puta?!... Una pescadería que está casi sin género y sin clientela e un barrio en donde no vive ni dios. Es la tapadera de un negocio sucio, no?
- Quién es usted, señora, y porqué me apunta con un arma?
- Mírame bien a la cara, cabrón!
- Pues no caigo.

Mientras ambos indeseables iniciaban esta agradable conversación, otra persona accedía al coche de la pistolera y se llevaba la cinta con la grabación de la pescadería.

- Soy Milagros la majorette. Me recuerdas ahora, violador?
- Joder!
- Tú me violaste en aquel hotelucho de Murcia. Despistaste a mi madre diciéndola que vigilase a Teresa Coscojuela porque podía caer en pecado mortal con el viejo director de las majorettes francesas. Lo hiciste para tener el terreno libre y poder abusar de mi.

La persona que acababa de apoderarse de la grabación - única pista que podía haber incriminado al señor director de El Periódico del Prat - hablaba ahora por teléfono con la policía alertando a esta de la posible inmediatez de un asesinato.

- Ha pasado tanto tiempo, Milagros!
- Tanto tiempo, hijo de puta?!... Eso te exime de culpa?... Pues has de saber que de resultas de tu "hazaña" tuve un hijo tonto que ahora milita en el PP, un pobre infeliz que ni siquiera sirve para trincar dinero como los demás, pues me ha salido menos espabilado que Toni Cantó. Te portaste como un cerdo haciendo lo que hiciste conmigo, Bonifacio.
Alzó el arma con una gran sangre fría y apuntó a la cabeza de su enemigo. No podía fallar, lo tenía cerquísima. Craso error, hubiese sido mejor apuntar al estómago porque estaba demasiada oscura
la noche. Las sirenas policiales la hicieron dudar un instante, pero al final decidió cumplir la venganza. Disparó y... silbó la bala en el oído izquierdo del ex banquero pescadero. Los faros de los coches patrulla iluminaron la escena y varias voces megafónicas tronaron: "Tire el arma!... échese al suelo!... al suelo!"

Cuando la tenían retenida en el suelo, tras cachearla concienzudamente y leerla sus derechos, reveló la identidad del hombre aquel que llevaba más de veinte años fugado de la Justicia y ahora exhibía un rostro nuevo pero la misma cara dura. Ambos fueron conducidos a distintos coches patrullas para trasladados a comisaria, mientras la vengativa Milagros no cesaba de preguntarse quién coño habría avisado a la policía. Y no tardó en hallar la respuesta: Apoyada en la puerta trasera entreabierta de uno de los coches patrulleros, una sonrisa maliciosa se dirigia a ella, y sobre la cabeza de esa mujer sonriente vio un bombín... un bombín que le recordaba algo... y a alguien.





jueves, 9 de mayo de 2013

Una especialísima sonrisa



- Me gusta mucho tu sonrisa, querida, pero si la disimulases un poquito, tan sólo un poquito, eh, pues resultaría más interesante.
- Sonreír sólo un poquito?... Cómo se consigue eso?
- Eh... Imagínate que algo te hace sonreír, pero tu rechazas esa sonrisa, procuras que se quede a medio camino. Digamos que la haces a medias. Tan sólo medio sonrisa en tus labios. Una ligerísima e insinuante media sonrisa. Así de sencillo.
- O así de difícil. Olvidas que no soy cómica. Yo no sé fingir como esas mujeres que fingen en las comedias.
- Ahora, ahora!...  Sin pretenderlo lo has conseguido!... Tu pequeño desencanto ha originado la sonrisa que yo quiero. Congela ese esbozo de sonrisa en tus labios. Oh, querida, esta es la sonrisa perfecta!
- Oh, qué complicado eres, Leonardo!

miércoles, 8 de mayo de 2013

Quién ha contratado al asesino?

- Buenas tardes.
- Buenas tardes, en qué puedo servirle?
- Me sirve usted como objetivo. Son un sicario y vengo a matarle.
- Caramba, je, je!..., es una cámara oculta, no?
- Pues no, es la cruda realidad, su vida está a punto de concluir por imperativos del destino y porque a mi me pagan muy bien. Mire, esta es la pistola, con su silenciador y todo. Pequeña y sumamente manejable. Verdad que es bonita?... Le voy a meter una bala entre ceja y ceja para que usted no sufra. Que no digan luego que soy un carnicero como esos sicópatas impresentables.
- Y por qué me cuenta usted todo esto? Me podría haber matado sin decir nada. Ahora tengo el miedo metido en el cuerpo.
- Pues si quiere le despacho ya.
- Un momento, tengo derecho a una última voluntad, no?
- Bueno, yo no soy el juez, pero tampoco le voy a negar el capricho. Dígame de qué se trata y si está en mis manos...
- Quién le ha encargado a usted que me asesine? Sólo deseo saber eso.


Copiando la idea de Lorenzo Silva en su novela "La isla del fin de la suerte", ofrezco a mis lectores cuatro posibilidades para "rematar" el relato:

1 = "Me ha contratado su despechada ex esposa Doña Virtuditas Cabramuñigales"

2 = "Vale, se lo puedo decir porque dentro de un rato ya va a estar muerto: Se trata de Monseñor Rouco Varela y lo hace porque usted es un peligroso agitador proabortista y antigallardonista"

3 = "Trabajo para la asociación feminista radical "Majorettes Asesinas Imaginativas de la Cofradía Virgen de las Enaguas Rojiblancas"

4 = "Es un encargo del señor director del Periódico del Prat"

martes, 7 de mayo de 2013

Nubarrones en el cerebro



El agente López se dispuso a tomar declaración al siguiente denunciante.
- Verá usted, yo quiero denunciar a mi esposa y a un amigo mio.
- Qué ocurre con ellos?
- Mi esposa me ha dejado por mi amigo, se han fugado!
- Hum... Esto en sí no es denunciable, caballero, a no ser que le hayan robado a usted, o que le hayan causado destrozos en su casa, en su coche...
- Le parece poco lo que me han hecho?!... Ella me ha abandonado y él es un canalla!
- No se altere, caballero, yo sólo puedo decirle lo que hay: el adulterio ya no es un delito en este país. Su amigo y su esposa son mayores de edad y...
- Son unos sinvergüenzas!
- Caballero, por favor, cálmese.
Al inspector Churriguera, que acababa de llegar en ese momento, le llamó la atención tanto el absurdo comportamiento del individuo como su cara. Aquel hombre alterado era un rostro conocido de la televisión.
- Perdone, López, quisiera hacerle una pregunta al caballero.
- Adelante, inspector.
Y puso un semblante que venía a decir: "Gracias por hacerme el quite"
Churriguera si dirigió al estrambótico denunciante en un tono dulce, como si fuese a tratar con un niño.
- Cómo se llama su amigo?
- Ya no es mi amigo, por supuesto!
- Ya, ya, pero podría decirnos su nombre?... Nos es imprescindible para iniciar la investigación.
López dio un respingo. Qué puñetas tramaba el inspector?... El denunciante respondió:
- Carlitos.
- Sus apellidos?
- Eh... No lo sé, no debe tener apellidos, siempre ha sido Carlitos.
- Carlitos se mete siempre con usted, verdad?; Le ofende con cierta frecuencia, no es cierto?
- Sí, es un bribón, un impertinente, un soez!... Por más que trato de corregirle, no hay manera!
- Ya, e incluso se atrevió a amenazarle a usted en cierta ocasión con quitarle a su mujer, lo cual acaba de ocurrir desgraciadamente.
- Eh... Mi mujer... mi mujer...
El Gran Valerio abrió mucho los ojos. Miro a sus dos interlocutores como si en ese momento los viese por primera vez. Miró el entorno. "Una comisaría de policía, Dios mio!"
Churriguera puso su mano sobre la mano temblorosa del anciano ventrilocuo.
- Tranquilíce, Valerio, tranquilícese.
Una lágrima afloró en el rostro de aquel hombre que llevaba más de cuarenta años entreteniendo a los públicos con sus muñecos respondones. El momento aciago de la demencia senil había llegado para él.
- Mi mujer... mi mujer murió hace mucho tiempo, señor policía.
- Lo sé, Valerio, lo sé.

El Gran Valerio terminó sus días en una residencia para artistas ancianos. Carlitos ya no volvió a salir de la caja en donde su creador lo guardaba entre actuación y actuación.

sábado, 4 de mayo de 2013

Benito, uno más en la guerra.



- Preparados!... Apunten!
Los cinco soldados alzaron sus fusiles apuntando a los cuatro rebeldes. Pero un hombre no quiso apuntar, no quiso matar, no quiso asesinar!... Su conciencia y su religión se lo impedían. Los demás tenían su misma religión pero como si no la tuviesen. Desvió el fusil varios centímetros.
- Fuego!
Las armas escupieron su fuego mortal. Los cuatro hombres del paredón cayeron en tierra. Se le revolvió el estómago, sintió ganas de morir allí mismo. El también había participado en la matanza, aunque su bala no llegó a encontrarse con ninguno de aquellos seres indefensos.
El sargento Carrión se acercó a examinar los cuerpos.
- Hay dos que aún respiran.
Se dirigió a él con voz imperativa.
- Benito, encárgate tú.
- Perdón, mi sargento...
- Que les des el tiro de gracia, coño, pareces tonto!
Benito Saldaña se echó a temblar. Miró espantado al sargento y a aquellos hombres que ya eran despojos.
El suboficial se acercó a Benito y le habló en voz baja para que nadie le escuchase.
- Mira, ceporro, somos del mismo pueblo y tengo en gran estima a tus padres. Quieres acaso que todo el mundo se entere que tuve que matarte porque te comportaste como un maricón de mierda?... Dispara ahora mismo a la cabeza de esos hombres. Crees que no me he dado cuenta de que has desviado el disparo cuando he ordenado fuego?... Crees que soy idiota?!... Y le dio un fuerte bofetón que lo tiro al suelo.
- Levátate, maricón!
Se levantó y tomó la pistola que le ofrecía el sargento para eliminar a los moribundos. Pero ya no temblaba. Sintió sus piernas firmes. La bofetada había obrado el efecto mágico de quitarle el miedo y reactivar su espíritu rebelde. Su mente estaba ahora ocupada en la fuga. Avanzó unos metros hasta llegar a los ejecutados, apuntó con la pistola a uno de los dos agonizantes... y echó a correr en dirección al camino que llevaba al bosque.
- Disparen!
Ordenó el sargento Carrión a sus soldados. Algunas balas silbaron muy cerca de él. Volvió la vista atrás y comprobó que el sargento y tres hombres le seguían. Aún tenía la pistola en sus manos e hizo un disparo para hacerles creer que se defendía. Obviamente no apuntó hacia ellos.
Logró su objetivo. LLegó al río y tras cruzarlo se internó en el frondoso bosque. Sabía que allí no iban a llegar sus perseguidores... porque era zona enemiga.
Tras dos horas de vagar sin rumbo por el bosque, cuando reinaba la más absoluta oscuridad de una noche sin luna, cayó al suelo rendido y se durmió.

Despertó con las primeras luces del alba. Se incorporó asustado al ver a un hombre junto a él que le miraba con especial atención, como si le estuviese examinando. El hombre, de aspecto rudo y sucio, le puso una mano sobre su pierna derecha.
- No te muevas.
Le ordenó. Seguidamente moderó el tono.
- Cuántos años tienes, hijo?
Titubeó antes de responder. Era un loco?... Un desertor como él?...
- Diecisiete. Quién es usted?
- Un amigo.
Se inclinó hacia él y le sonrió de una manera que le hizo suponer que efectivamente se trataba de un loco.
- Eres un chico muy guapo, muy guapo!... Y yo soy un pastor que vivo en el monte y que hasta ahora sólo he conseguido darme gusto con las cabras. Quiero follarte!
Benito intentó zafarse, pero el hombre le agarró con fuerza mientras intentaba quitarle las ropas. Forcejearon durante varios segundos hasta que el muchacho se fijo en una piedra plana situada a pocos centímetros de su posición. Por fin pudo hacerse con ella sin que la bestia se percatase de la maniobra.
- Vale, vale, me dejo! - gritó - Yo mismo me quito la ropa.
Debía actuar con suma rapidez. Un fallo podría significar su perdición, quizá su muerte, pues el enemigo se volvería más violento.
El pastor dudaba entre si el chico le estaba preparando una trampa o si efectivamente quería dejarse joder. Benito sonrió y se incorporó lentamente. Empezó a bajarse el pantalón sin dejar de sonreír. El pastor bajó la guardia, sonrió también.
"Ahora o nunca!", se dijo. Tomó la piedra con decisión y la estrelló contra la cara de aquel hijo de puta. El monstruo lanzó un grito desgarrador. Su nariz aplastada chorreaba sangre, pero una de las aristas de la piedra también le había dañado un ojo.
Cuando ya se había alejado varios kilómetros del lugar, cayó en la cuenta de que no llevaba la pistola del sargento Carrión. Aquel maldito degenerado se la había quitado mientras dormía.

Atravesó varias provincias en una huída sin fin. Evitó todo contacto humano y se alimentó de moras, raices y algunas frutas que robó en las huertas.
Y por fin logró su propósito. Llegó a su tierra natal, al añorado terruño que lo vio nacer hacía tan sólo diecisiete abriles. Cuando apareció por su pueblo era el día del mercado semanal. Sintió una gran alegría al transitar por las calles bulliciosas de su infancia, en donde ahora la vecindad y los aldeanos del contorno mercadeaban con los productos de la tierra.
No logró llegar hasta su casa. Jamás volvería a ver a sus padres y a sus hermanos. Jamás!
Los aviones Junker de la aviación Nazi arrasaron Gernika con sus bombas durante largas horas de barbarie absoluta, como antes lo habían hecho en Erandio y después lo harían entre Granada y Valencia, masacrando una columna de miles de inocentes.
El criminal de guerra Francisco Franco siempre negó su participación en la masacre de Gernika. Los hijos ideológicos de aquellos rechazan hoy en día la memoria histórica. Los cuerpos de las personas a las que no quiso matar Benito, siguen apareciendo en las cunetas de toda España.